Los pensamientos, ¿hábitos mentales?
Cuando pensamos en hábitos, lo primero que suele venirnos a la mente son los hábitos y rutinas diarias que hacemos, es decir, aquellos comportamientos repetitivos que suelen seguir el mismo orden. Nos solemos acoger a ellos para buscar organización y tranquilidad, y al final suelen hacerse de manera automática.
Esto puede aplicarse también al mundo mental de los pensamientos. Son rutinas mentales que, ante una misma situación o similares, suelen seguir siempre el mismo patrón, despertando el mismo tipo de pensamientos e ideas y actuando y apareciendo de manera prácticamente automática.
Para explicarlo de otra forma es necesario aclarar primero el concepto “neuroplasticidad”. Es el fenómeno por el cual los circuitos neurales se fortalecen, aumenta la sustancia gris (o disminuye) y el cerebro cambia y se adapta según las experiencias que vivimos. Cuando vivimos una situación que despierta un pensamiento negativo, y se activa todo el circuito que conlleva, por ejemplo, de amenaza, éste va dejando huella. Si volvemos a vivir una situación similar, y tiene lugar la misma interpretación, este circuito o esta manera de responder se irá fortaleciendo y, por tanto, aumentará su probabilidad de ocurrencia o repetición.
Si existe más cantidad de pensamientos negativos, autojuicios, tendencia a la rumiación, o pensamientos de propia ineficacia, ésto producirá que este modo de responder sea el más probable ante situaciones similares, o incluso la mayoría de situaciones que vivimos, ya que será el que más se ha fortalecido en nuestro funcionamiento y actividad cerebral. Es decir, esas conexiones se han visto fortalecidas y se activarán con más facilidad.
¿Quiere decir ésto que los pensamientos son hábitos?
Sí, y como tal, podemos cambiarlos.
El establecimiento de hábitos se produce porque se repite un mismo patrón, por tanto, si trabajamos para fomentar otro patrón diferente a la hora de interpretar las situaciones que vivimos (interpretación positiva, búsqueda de soluciones, pensamiento positivo, el cambio como oportunidad…), y lo hacemos de un modo consciente, éste se irá fortaleciendo, influyendo así en el crecimiento de los nuevos patrones de respuesta y los nuevos hábitos de respuesta mental.
El primer paso para cambiar los hábitos es darse cuenta de ellos.
El segundo es establecer otros en su lugar.