LA VALORACIÓN DEL PROPIO CONCEPTO DE UNO MISMO

Cada persona tiene un concepto formado de sí misma, y según realice una valoración hacia un polo más negativo o positivo de este concepto sobre sí, desarrollará una autoestima más o menos positiva. En otras palabras, la valoración que hacemos de nuestro propio concepto es lo que llamamos autoestima.

Cuando hablamos de inseguridad nos referimos a la emoción negativa que se despierta en nosotros mismos ante ciertas situaciones, depende de nuestras expectativas y las opiniones de los demás sobre nosotros mismos y nuestra capacidad percibida, o la confianza en uno mismo.

 

Si estas dos variables se ponen en juego afectan a la manera como actuamos, la eficacia que percibimos en nosotros mismos, o autoeficacia, así como la creencia que tenemos de considerarnos capaces de actuar ante ciertas circunstancias o no. Este tipo de pensamientos pueden llegar a ser tan negativos que influyan en nuestra vida diaria y nuestro funcionamiento normal, ya que pueden hacernos dudar de nosotros mismos y llevar a un diálogo interno negativo.

Expliquemos esto más detenidamente. Si anteriormente hemos fallado, si los demás nos han dicho que no podemos hacerlo, o esperan que nos equivoquemos, acabaremos aprendiendo que tal vez sea cierto, tendremos miedo a equivocarnos e incluso miedo a fallar ante los demás y hacer el ridículo. Además, incluso podemos actuar de manera que sólo busquemos complacer al resto, para así evitar estos posibles fallos que, recordemos, hemos aprendido que podemos cometer.

 

Si trabajamos en esta inseguridad, tomamos las riendas y reconocemos nuestra valía real, llegaremos a tener un mejor concepto de nosotros mismos, nos creeremos capaces de actuar mejor y por tanto desarrollaremos una mejor autoestima. 

 

¿Cómo podemos hacerlo?

En primer lugar, debemos trabajar en ese diálogo interno negativo que tenemos con nosotros mismos, algunos ejemplos de este tipo de frases son: “no voy a ser capaz”, “seguro que me va a salir mal”, “siempre me equivoco en lo mismo”, “voy a hacer el ridículo”,… Y cambiarlo por otro más positivo y real como: “¿por qué voy a tener que equivocarme?”, “lo que importa es lo que yo pienso de mí, no los demás”, “si intento y trabajo me saldrá bien”, “todo el mundo se equivoca”.

En segundo lugar, debemos fomentar nuestra asertividad, aprender a comunicarnos y expresar lo que pensamos y queremos de una manera adecuada a la situación, y manteniendo siempre el respeto por uno mismo y por los demás. Si no queremos algo, ¿por qué debemos aceptar?

 

Es muy importante trabajar en el concepto de uno mismo. Eres quien eres y tal como eres. Nadie es perfecto, muéstrate como eres, y nunca intentes agradar a los demás, sino mostrar tu yo real, que es mucho más valorable.

Atrévete a actuar cuando así lo desees, no hay nada de malo en ello. Quéjate si así lo sientes, expresa lo que piensas si es importante para ti, y decídete a vencer ese temor.

 

Algo muy útil también es anticipar lo positivo: imagina la situación, mírate en ella, créete capaz de hacerlo y estar ahí. Podemos repetirnos: “Me siento bien, me siento capaz, estoy seguro/a de mí mismo.”

 

Hay que tener en cuenta que todo cambia alrededor, que no podemos controlarlo y siempre habrá situaciones que no acaben de gustarnos, pero lo más importante es cómo percibimos estas situaciones y nuestra actitud ante ellas.

 

Andrea Juste

Psicóloga, Clínica de Llago